Por qué nos es más fácil creer las noticias falsas

Vivimos una época extraña. Una época en la que podemos encontrar en internet ingentes cantidades de información. El problema viene cuando mucha de esa información no es cierta o, en el mejor de los casos, es medio verdad.

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Donald Trump lo llama Fake News, pero sólo le pone ese adjetivo a noticias que no hablan bien de él. Sin embargo, una noticia no es falsa porque no te guste, lo es porque no está verificada o, lo que es peor, está escrita intencionadamente con el objetivo de desinformar y dirigir la opinión pública.

Cómo dice Saul Berenson en la serie Homeland: “Qué más da la verdad, si nadie está dispuesta a escucharla”.


Las noticias falsas no nacieron ayer

Los conflictos suelen ser el caldo de cultivo perfecto para la utilización sin escrúpulos de bulos. Tradicionalmente las guerras se libran entre los campos de batalla y los departamentos de propaganda de uno y otro bando, adjudicándose victorias adelantadas o acusando al enemigo de atrocidades que no ha cometido.

El historiador francés Marc Bloch describió el estupor que le había ocasionado la fabricación de noticias falsas durante la I guerra mundial en el ensayo: 
Reflexiones de un historiador sobre las noticias falsas de la guerra” publicado en 1921. El tiempo se ha encargado de darle la razón como han demostrado los falsos motivos para la invasión de Irak en 2003 y la campaña por el Brexit en 2016, entre otros.

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La ciencia nos enseña por qué preferimos las noticias falsas

Para empezar, nos creemos las noticias falsas porque estas se propagan más rápidamente que las verdaderas. Soroush Vosoughi, Deb Roy y Sinan Aral del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) publicaron un estudio en 2018 en el que demostraron que mientras que una noticia veraz rara vez se difunde a más de 1.000 personas, el 1% de las noticias falsas más virales se difunden habitualmente entre 1.000 y 100.000 personas.

Esta rapidez de propaganda no se debe únicamente a los bots de las redes sociales, ya que, según el estudio del MIT, la mayoría de perfiles que difunden noticias falsas son personas y no bots. Además, en el mismo estudio descubrieron que un bot reacciona de la misma manera difundiendo una noticia, independientemente de si es real o no.

Entonces, si no son los bots los que inician los bulos ni los mayores difusores. ¿Qué lleva a una persona a compartir una noticia falsa? ¿Por qué nos las creemos?

El segundo motivo por los que nos creemos las noticias falsas es debido al error de atribución. Este error nos lleva a determinar las causas a ciertas acciones y es una herramienta, un atajo que usa el cerebro para “predecir” futuras acciones. En otras palabras, explicamos el comportamiento de las personas en función de sus características; como la personalidad, su género o su rol social. Por ejemplo: esta persona ha llegado tarde porque es un vago, sin saber preguntarnos si ha llegado tarde por estar en un atasco.

Un tercer motivo por los que nos creemos antes una noticia falsa que una verificada es por el efecto de falso consenso; cuanto más encontramos una noticia falsa, más tendemos a creer que es verdad y al difundirse más las noticias falsas que las verdaderas, ya tenemos el feed de Twitter lleno de noticias que nos creeremos porque todo el mundo comparte y por tanto deben ser verdad.

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La cuarta razón por la que nos tragamos las noticias falsas sin verificar es porque estas apelan a los sentimientos. Son noticias con un alto impacto emocional y por tanto, las recordaremos y difundiremos más que las noticias sosegadas y veraces, pues estas suelen ser más aburridas. Este es uno de los grandes problemas de la ciencia, ya que las pseudoterapias ofrecen falsos resultados milagrosos para enfermedades a las que la medicina moderna todavía no ha llegado ,y utilizando un lenguaje que apela a los sentimientos.

El último elemento que nos lleva a creernos antes una noticia falsa es debido al sesgo de confirmación. Debido a este sesgo, tendemos a pensar que todo el mundo piensa como lo hacemos nosotros, por lo tanto buscamos y difundimos noticias falsas tan sólo porque coinciden con lo que pensamos, ignorando las que no se ajustan a nuestras ideas aunque estén verificadas.

Los medios de comunicación no ayudan

El sesgo de confirmación hoy en día tiene un gran aliado en los medios de comunicación. No hay periódico o cadena de televisión que no esté alineado con una ideología política, esto nos lleva a leer noticias solo de periódicos o medios que son más afines a nuestras ideas.

En el libro “El Director”, el periodista David Jiménez detalla cómo intentó desde su nombramiento como director de El Mundo ofrecer a sus lectores un periódico independiente con noticias veraces y contrastadas. Algo muy diferente de lo que venían haciendo pues El Mundo fue el impulsor y principal difusor de la teoría de la conspiración sobre los atentados del 11 de Marzo del 2004 en Madrid. Teoría ampliamente refutada por todas las pruebas presentadas durante el juicio y que aún tiene defensores entre los seguidores de las noticias falsas.

En su afán por liberar al periódico de las ataduras y favores de altos cargos, se perdió exclusivas que otros medios dieron, antes de que pudieran verificar las fuentes y se ganó la enemistad de la mayoría de los líderes políticos y económicos del país, lo que hizo que le despidieran en solo un año. 

Definitivamente, el periodismo independiente está herido de muerte en España, si no está muerto ya. Menos mal que siempre nos quedará el cine para recordar lo que en su día fue una de las profesiones más veraces del mundo. Mientras esperamos que los medios de comunicación vuelvan a la verificación e independencia, nos consolaremos con el buen cine sobre periodismo:

Todos los hombres del presidente (1976)

Spotlight (2015)

 Los archivos del pentágono (2018)


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