8 de marzo - El difícil camino de la mujer en la ciencia

Muy poca gente sabe qué se recuerda el día de la mujer, ni si quiera conocen el por qué se cambio de día de la mujer trabajadora a día de la mujer. Es por tanto lógico que estás personas, como Antonio Burgos, opinen que el 8 de marzo no debería de celebrarse nada.

El día de la mujer trabajadora se propuso en 1910 en la II Conferencia de Mujeres Socialistas con el objetivo de reivindicar ciertos derechos como el sufragio universal. Un año más tarde se celebró el primer día de la mujer trabajadora, tan sólo dos semanas después su necesidad cobró más sentido en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York. En él murieron 123 trabajadoras de la fábrica, en su mayoría inmigrantes de no más de 23 años. La causa de su muerte fue la imposibilidad de salir del edificio al incendiarse puesto que los dueños de la fábrica les habían encerrado como respuesta a la huelga que habían iniciado para reclamar un trato digno.


Mucho se ha avanzado desde entonces en los derechos de los trabajadores, pero creo que en el mundo de la ciencia es donde se siguen sucediendo, aún hoy en día, graves casos de menosprecio a la mujer científica e investigadora.

El otro día leí un interesante post en el blog "Historias de la historia" titulado "Lo que tuvo que aguantar Marie Curie en la entrega de los Nobel". En él se explica cómo en la entrega del premio, el presidente de la Academia Sueca citó un desafortunado pasaje de la Biblia: 

"No es bueno que el hombre esté solo, haré la ayuda idónea para él (Génesis)"

Afortunadamente ni Marie Curie ni su marido (ambos compartían el premio) acudieron a la entrega, pero resulta sorprendente como para algunas personas los descubrimientos científicos tienen sexo, predominantemente masculino. De hecho, si no hubiera sido por la persistencia de su marido en la coaturía de Marie Curie en sus descubrimientos, el Nobel habría sido únicamente para él.



Marie Curie ganó otro Nobel años más tarde, esta vez de química y en solitario. Hoy en día se le recuerda como la mejor mujer científico de la historia. Yo prefiero definirla como una de las mejores físicos y químicos que han trabajado en investigación, su género no debería importar.

El caso de Marie Curie no es único, años antes de que los Curie se toparan con el machismo científico, la matemática Mileva Maric, más conocida por ser la primera mujer de Albert Einstein,  subordinó su labor científica al cuidado de los hijos del matrimonio, uno de ellos con esquizofrenia. Sin embargo, la importancia de Mileva Maric en los descubrimientos de su marido Albert Einstein aún hoy está en entredicho pues aunque Einstein recibió el Nobel años después de su separación, existen evidencias que indican que Mileva Maric contribuyó notablemente al desarrollo de las fórmulas que Einstein describió en sus descubrimientos. Maric dedicó su vida al cuidado de los hijos del matrimonio, más aún tras el divorcio, pero consiguió la totalidad del dinero del Nobel de Einstein para pagar el tratamiento médico de su hijo.



Siguiendo con la cronología de desprecios a la labor científica de las mujeres, encontramos el caso de Rosalind Franklin autora de la imagen de la molécula de ADN obtenida mediante difracción de rayos X en 1952. El artículo publicado por Watson y Crick describiendo la estructura del ADN, revolucionó la biología y ha servido de base para el desarrollo de la genética. Aunque Franklin consiguió lo que ni James Watson ni Francis Crick ni Maurice Wilkins habían conseguido: la imagen de la molécula que sirvió como prueba definitiva a la teorías de Watson y Crick, Rosalind Franklin nunca recibió el Nobel.


Y para terminar, pues podría seguir poniendo casos parecidos y no tan conocidos, una historia con final "feliz". Barbara McClintock, una genial botánica que describió por primera vez la existencia de elementos transponibles en el genoma de las plantas, recibió el Nobel 30 años después de su hallazgo.  



McClintock, aunque tarde, sí fue reconocida por la élite científica mundial y aunque el camino es estrecho y empinado, estas pioneras nos han permitido a muchas mujeres dedicarnos a la ciencia sin que importe nuestro género.

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